La manifestación celebrada el pasado 28 de febrero para reclamar el fin de la tauromaquia y el respeto para los animales fue todo un éxito. Acudieron unas 20.000 personas.

Reclamar la abolición de la tauromaquia es necesario, pero igualmente necesario es que nos replanteemos la manera en que nos relacionamos con los animales. En relación con esta cuestión, los defensores de la tauromaquia apelan a que los animales también sufren en las granjas. El argumento implícito en dicho razonamiento es el siguiente:

1. Los toros sufren en la tauromaquia.
2. Pero los animales también sufren en las granjas y otros centros de explotación.
3. No obstante, es legal usar a los animales en las granjas y otros centros de explotación, y la mayoría de la sociedad lo considera moralmente aceptable.
4. Por lo tanto, la tauromaquia es moralmente aceptable y debe ser legal.

Esta argumentación cae en varias falacias. Que una práctica sea legal y/o considerada moralmente aceptable por la sociedad no implica que sea justa; en el pasado se han dado casos de esclavitud y otras prácticas injustas, aceptados legal y moralmente por la sociedad, y no por ello dichas prácticas fueron justas. Además, un fallo no justifica otro fallo. El que la ganadería sea legal (como es de esperar, dado que la inmensa mayoría de la sociedad no ve un problema en la misma) no justifica que la tauromaquia deba serlo.

Quienes practican esa línea de razonamiento caen en la hipocresía. Si ven un problema en la ganadería, deberían dejar de consumir productos de origen animal. Pero, en lugar de ello, se conforman en atacar a los demás por sus incoherencias.

¿Pero realmente hay alguna diferencia sustancial entre la tauromaquia y el consumo de productos de origen animal? Quienes se oponen a la tauromaquia pero no son vegetarianos suelen afirmar que sí, empleando habitualmente estos argumentos:

1. Es un espectáculo público.
2. Contribuye a insensibilizar a la sociedad
3. No es necesaria.
4. Se produce por placer.

Provocar el sufrimiento y la muerte a individuos es injusto, con independencia de si se realiza de manera pública o privada, y con independencia de si se insensibiza o no a la sociedad. El que alguien secuestre a un humano y lo torture sin que nadie se entere, no convierte a dicha tortura en justa.

El consumo de productos de origen animal no es necesario. Organizaciones de nutricionistas tan prestigiosas como la Asociación Americana de Dietética y otras han indicado que una alimentación vegetariana, sin alimentos de origen animal, es nutricionalmente apropiada en cualquier momento de la vida.

Por último, y en lo relativo al placer, es cierto que la tauromaquia se practica para provocar placer a toreros y espectadores. No obstante, cuando alguien sabe que la alimentación vegetariana no está relacionada con problemas para la salud, si sigue consumiendo productos de origen animal es solamente por placer. Por el placer de sentir sabores.

Depende de cada uno de nosotros que, dentro de unos años, 20.000 personas se manifiesten en defensa del veganismo y en contra del especismo.