Leo la noticia de que un perro fue retenido en la aduana del Aeropuerto Internacional de Guadalajara (México) durante cuatro días:

http://www.oem.com.mx/eloccidental/notas/n1489274.htm

La responsable del perro, Sally Wilson, llevó a cabo junto a otros veinte manifestantes una protesta por la actitud de los trabajadores de la aduana, quienes retuvieron al animal pese a que la señora Wilson tenía documentos acreditando que el animal no tenía enfermedades contagiosas.

He asistido a ciudadanos que fueron detenidos menos de diez horas, y desean no volver a pasar nunca por una situación así. No puedo ni imaginar lo que ha tenido que pasar el perro de Sally Wilson, encerrado durante cuatro días en una caja de plástico, incapaz de entender lo que ocurría.

En muchas ocasiones el que un animal no tenga la capacidad intelectual suficiente para entender situaciones como la descrita supone un mayor grado de sufrimiento. Un humano detenido en una aduana sabe que dicha situación es temporal, y que pronto será sacado de allí, lo cual le produce un consuelo emocional. Un perro en esa situación no entiende por qué está encerrado y alejado de los individuos a los que aprecia.

Billones de animales en todo el mundo están siendo explotados, la mayoría de ellos, para obtener productos que luego serán vendidos como comida en las tiendas (carne, pescado, huevos, lácteos...). Como el perro de Sally Wilson, no entienden por qué están encerrados en lugares que les impiden desplazarse, y no entienden por qué se les provoca sufrimiento. El caso del perro de Sally Wilson ha tenido un final feliz, pero no podemos decir lo mismo de los billones de animales que pierden la vida cada año en los mataderos de todo el mundo.

Si queremos que esto cambie, lo mejor que podemos hacer es replantearnos nuestros hábitos de consumo, y ser conscientes de que detrás de cada producto de origen animal hay un individuo con la capacidad de sufrir y disfrutar. Les invito a visitar la sección de enlaces, donde pueden encontrar más información.