Desde hace unos días no me quito de la cabeza las imágenes del perro torturado hasta la muerte.
A través de las redes sociales y de internet se ha difundido la noticia, y se está buscando al responsable. Espero que sea encontrado.
Esto me hace pensar sobre cómo tratamos a los demás. Hechos como este golpean nuestras emociones de una manera tan contundente porque tenemos a los perros en una cierta consideración moral. Sin embargo, si lo analizamos racionalmente, podemos ver que no hay un motivo para tener en cuenta solamente a perros y gatos. ¿Por qué solo ellos deberían ser tenidos en consideración moral? ¿Por qué no tener en cuenta también los intereses del resto de seres con sistema nervioso central, que poseen la capacidad de sufrir y disfrutar?
La sociedad ha desarrollado planteamientos ideológicos para justificar sus hábitos. No es casual que en una sociedad esclavista la mayoría de la misma apoyase planteamientos racistas para justificar dicha esclavitud. Incluso filósofos con una capacidad de análisis tan avanzada para su tiempo como Aristóteles eran incapaces de quedar al margen de esa influencia social, y defendían la esclavitud. Podemos preguntarnos, con razón: ¿cómo podían estar tan ciegos?
A día de hoy la mayoría de la sociedad está ciega con respecto a los animales. Se han desarrollado planteamientos para justificar la manera en que nos relacionamos con ellos. Por ejemplo, apelar a que los animales no poseen la misma capacidad racional que nosotros, o que no pueden asumir obligaciones. Sin embargo, si de ahí deducimos que los animales no han de ser tenidos en consideración moral, igualmente deberíamos deducirlo en el caso de muchos discapacitados mentales y ancianos, los cuales tienen objetivamente menos capacidad racional que muchos mamíferos.
Casos como el del hombre que tortura perros, que lo anuncia orgulloso en su web, y que sube vídeos es uno de los muchos síntomas de una sociedad que ignora los intereses de los animales. Ocurren por millones a diario, pero las víctimas son pollos, cerdos, vacas... Millones de animales malviven hacinados en las granjas, se automutilan, son atacados por otros animales, mueren de hambre. Algo que ocurre tanto en la ganadería intensiva como en las granjas ecológicas. La solución no pasa por matar a los animales de otra manera, sino que pasa por dejar de matarlos.
Hay una diferencia importante entre la mayoría de la sociedad y el torturador de perros. Este último disfruta con el sufrimiento, y la mayoría de la sociedad no disfruta con el sufrimiento de los animales en las granjas. Pero también hay un punto en común: podemos vivir de otra manera. De la misma manera que podemos vivir sin torturar perros, podemos vivir sin comer animales. Y podemos hacerlo sin problemas de salud. |